26 mar 2012

Día Cinco Tilcara - Villazón 8 de Enero de 2012

El primer Bondi


Febo asoma, ya sus rayos … iluminan y atacan ferozmente a mi carpa y a las de mis congéneres: el calor hizo imposible la tarea de seguir durmiendo y armé todo para salir, muchos pibes y no tan pibes disfrutaban de la vida tomando alcohol, seguían de lago luego de una noche agitada en el camping, ya conocía ese camino y sabía que no era por ahí … seguiría buscando.

Mientras unos pibes hablaban de como cultivar, plantar y mejorar químicamente las plantas de marihuana me convidaban a esas 7 am y mientras yo seguía rechazando … seguiría mi camino, armé todo y salí caminando del camping hasta mi amiga la estación de servicio, un hermoso lugar para descansar, tomar unos mates, desayunar, almorzar, cenar o dormir, para vos que te gustaría hacer este camino u otro camino, ten en cuenta que es lo más cercano a una casa que tenemos mientras estamos de viaje haciendo dedo.

De camino a la estación de servicio me conocí con unos chicos que estaban a full con toda la buena onda tomando unas quilmes de boca ancha a las siete y media de la mañana, a full, a full. Cruzamos juntos el puente de entrada a la ciudad y una vez en la estación de servicio estaba solo, y luego de unos minutos estaba arriba de una camioneta con rumbo a Humahuaca, arriba iban dos parejas, una de aquí y otra de Italia, que a cada ratito paraba a sacar fotos a los que hubiera dando vueltas, hermosos cerros de todos los colores adornaban el paisaje de la carretera y llegamos a uno lugar donde nos esperaba “La Llama de Troya”, una especie de escultura de una figura de llama, que contaba con 15 metros de alto hecha totalmente de piedra, un espectáculo visual que tenía dos cacharros gigantes de carga, uno por lado. Y ahí estaba, frente a la terminal de buses de la ciudad de Humahuaca, a unos mil trescientos kilómetros de casa, pero feliz con la vida, había comprado unas ricas frutas en el mercado de la ciudad y me senté a comer esas ciruelas y esas bananas con mucha paz y amor, y también con la esperanza de encontrar pañuelos verdes en las mochilas. Resulta que en el Facebook se armó un grupo de gente copada que iba a poner un pañuelo verde en sus mochilas y nos íbamos a ir encontrando por el camino, éramos viajeros solos yendo por la misma ruta hacia el Machu Picchu (http://es.wikipedia.org/wiki/Machu_Picchu) con la ilusión de encontrarnos.

Y bueno … en mi paz, me dirigí a la estación de servicio del automóvil club argentino de la ciudad para ver que me deparaba el destino y se venía una de las esperas más largas que me tocó vivir, nadie iba para arriba, y los que iban parecían sin ganas de llevarme, eso sumado a que no había nafta y muy pocos autos se acercaban a la estación.

De cualquier manera tuve la maravillosa oportunidad de conocer y charlar con los playeros que eran re copados y con el encargado de la estación de servicio que era de Oberá, Misiones. Y con ellos tomamos unos mates y comí algo mientras esperaba la gloriosa venida del auto o camioneta salvadora... y nunca llegaba.

Y nunca llegó, así que haciendo caso a Einstein, sobreviviendo adaptándome al cambio decidí ir a la terminal de ómnibus a las tres de la tarde y tomar el primer colectivo que hubiera hasta La Quiaca, y así fue. Por $32,00 estaba en la frontera un par de horas después de salir de esa divina, pintoresca y turística ciudad. En la terminal de ómnibus de Humahuaca conocí a dos pibes que habían estado en la misma que yo, cuatro horas haciendo dedo al sol en la ruta afuera de la ciudad, así que no me sentí tan mal por no haber conseguido que me llevaran. Enseguida tomamos el micro y nos fuimos a la Quiaca, camino con hermosos paisajes, final de la Quebrada de Humahuaca y comienzo de la puna. A esta altura del viaje nos encontrábamos a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, pero sin apunarme ni un poco. Solamente y de vez en cuando una lenta recuperación después de ejercicio físico o alguna que otra casi imperceptible opresión en el pecho en el estómago, mi cuerpo respondía muy bien y yo muy contento con ello.

Llegamos a La Quiaca, que era mucho menos de lo que esperaba, una pequeña ciudad de frontera y muy apagada en vida y colores, todo era gris y el atardecer nublado se hacía parte de la tierra del mismo color. Después de conocernos con David y Nicolás que se iban de viaje hasta Venezuela nos fuimos para la frontera a hacer la cola para cruzar la frontera argentino-boliviana. Por supuesto que las fronteras son solamente mentales, pues imagínense lo que es recorrer mil quinientos kilómetros y darse cuenta que lo único que divide a un país del otro es un arroyo de unos tres metros de ancho por treinta centímetros de alto y un puente con carteles ridículos. Aduanas y un par de trámites de un par de horas de duración con el único objetivo de recorrer cien metros entre un punto y el otro. Una realidad irreal de frontera.

En la hora y media de cola de la aduana argentina conocimos a Nahuel Gorgons, como le digo yo, jajajaja. Pues el se llama nahuel y yo conocía a un gorgons del face, así que así lo apodé, jajajaja.

Él había nacido en Nicaragua, sus padres habían luchado a favor de la Revolución Sandinista de ese país y a los cinco años se habían mudado a vivir a Argentina. Salimos de nuestro país e hicimos diez metros y ya teníamos que hacer otra cola para hacer el check in a Bolivia on my passport viste, jajajaja. Todo para no tener problemas en el vecino país. A esa altura, los dos amigos que habían venido conmigo desde Humahuaca, se habían colado más adelante con sus amigos y ya entraban legalmente a Bolivia. Con Nahuel, mientras charlábamos, hablábamos de música y nos conocíamos, cuando llegamos a hacer las migraciones de entrada al país correspondientes y entre varias conversaciones con los agentes de Bolivia no le permiten el ingreso a Nahuel, por lo que me deja lugar, hago la entrada al país y salimos para ver como solucionarlo, como buen tipo, pero que buen tipo que soy, jajajaja. En fin, me sentía comprometido con el y no quería dejarlo solo en un momento difícil, así que no me importó nada y volvimos a Argentina, total ,la frontera era un chiste, hablamos con la gente de migraciones y nada. En nuestro país, él al ser un residente permanente tiene los mismos derechos que los nacidos en suelo Argentino, pero para Bolivia necesitaba el Pasaporte de Nicaragua. Así que digamos que legalmente no podía entrar al país vecino … y sí … como se imaginarán … lo convencí de pasar caminando el puente como quien no quiere la cosa. Y así fue, después de cinco minutos de charla y esperando que salgan los gendarmes bolivianos del puente y con toda la motivación puesta en él, nos animamos y cruzamos el puente y caminamos y caminamos y caminamos sin mirar atrás, había entrado ilegal en Bolivia y yo estaría ahí para darle una mano en lo que necesitara.

Caminamos un par de cuadras con la auto persecución mental de que la gendarmería nos perseguía, pero no fue así...A la cuadra miramos hacia atrás pero nadie nos seguía, así que seguimos y seguimos, sabíamos que pronto nos encontraríamos con la terminal de buses, hicimos unas 4 o 5 cuadras desde el puente de la frontera y llegamos, ya era de noche en Villazón y estábamos en suelo Boliviano, la terminal parecía tierra de nadie, estaba casi todo cerrado y sin colectivos. Nos metimos por la única puerta abierta a averiguar en la única boletería abierta y mientras lo hacíamos nos encontramos con Mariano, a quién habíamos conocido en la frontera y en seguida nos tiró la data de que ellos se quedaban a dormir arriba de la terminal, en el primer piso, donde había un lugar de parqué con un par de mesas de pool, un par de juegos electrónicos y un ring de boxeo, sí de boxeo entre un telecentro y otras cosas bizarras que había arriba de las boleterías de la terminal. Saludamos a todos los pibes, éramos una banda de quince argentinos que íbamos a dormir ahí.

Dejamos las cosas y decidimos salir a pasear un rato por la ciudad, por lo que veíamos era bastante pequeña y mientras comíamos algo visitamos un lugar fuera delo común para nosotros, un nuevo negocio, exclusivo de Bolivia, donde vendían un servicio que nunca hubiéramos imaginado que venderían, era el servicio de baño. Algo elemental y básico para nosotros pero un bien escaso en el país vecino, tan escaso que la gente ponía negocios de baño, por el medio del cual usted pagaba para entrar e iba a los inodoros o a darse una ducha. Nosotros asombradísimos, pero para la gente pasaba como si fuera algo absolutamente normal. A la larga nos daríamos cuenta de los porqués de la falta de baños públicos, por lo pronto era un excelente manera de sacarnos dinero a los turistas.

Después de comer, cerraron la puerta del piso donde nos encontrábamos, quedaríamos encerrados hasta el otro día a las cinco de la mañana, era la condición que por supuesto aceptamos pues dormiríamos gratis y con un grupo que llegamos a los veinte argentinos a las once la noche y después de cantar un rato, tocando guitarra, charangos y bombos y de hablar con algunas personas acerca de la ruta para ir a Machu Picchu nos dormiríamos, yo tenía una ruta alternativa al machu, para no pagar los altos costos del tren y la estaba confirmando con gente que había ido el año pasado, los pibes de La Plata muy copados, en fin … puse mi aislante para piso, abrí la bolsa de dormir de mi amigo el Seba Aróstegui y ahí nomas sin más … dormí hasta más o menos las cinco de la madrugada donde comenzó a haber movimiento en un nuevo día que estaría plagado de emociones y buenas vibraciones...

22 mar 2012

Día Cuatro 7 de Enero de 2012

Recorriendo Jujuy

El día arrancó con un poquito de agua en la carpa, pero muy tranquilo y relajado descansé, hice mucha fiaca, levantándome y volviendo a dormir hasta que finalmente el día arrancó para mí. Comencé con un largo disfrute y un buen baño, sinceramente despertar temprano me daba el tiempo suficiente para respirar aire puro, disfrutar de la naturaleza y ser feliz.

Arranqué con todas las pilas dándome un buen baño de agua fría para despertar al cuerpo y luego acompañándolo de unos ricos mates y uno de esos panes que se hacen más ricos con el paso del tiempo y que me acompañaba desde el Martes.

El camping era hermoso y yo ahí sentado en una especie de quincho de asientos y mesa de cemente de unos 3 metros de largo que me protegía del sol y a la vez me dejaba observar el lugar. Mi consumo de cigarrillos había bajado abruptamente a unos ocho por día y fumando a conciencia, como me había enseñado el amigo que me había llevado de Ituzaingó a Corrientes, y que consiste simplemente en hacer exclusivamente eso mientras lo hago, nada más que fumar, pasando del acto inconsciente de hacerlo mientras hago otras cosas al acto de hacerlo 100% consciente sin hacer nada más que fumar, estando completamente en el presente. Realmente me ha funcionado mucho y ojalá a vos también si tenés ese horrible hábito, estoy fumando mucho menos y disfruto del arte de fumar mucho más que antes, de hecho no recuerdo en todos mis 10 años de fumador aspirar concientemente con tanto disfrute tantas pitadas a un cigarro, un placer muy especial.

Después de harto desayuno y de la excelente infusión misionera, paseando por el complejo estuve y lo disfruté mucho y aquí sentado en el complejo Wayra de Tilcara recuerdo como después de recibir la información correspondiente al destino de mis vecinos de camping me dispuse a invitarlos a que tengan el placer de llevarme en una de sus combies como pasajero VIP, jajaja.

Así fue que comencé a preparar mis cosas y en un rato tenía todo listo, seco y adentro de la mochila, claro está, previamente había armado una soga para colgar la ropa con uno de los instrumentos de doble función que había llevado, era hilo de cera del que se usa para cocer zapatos y zapatillas, y que es tan fuerte que aguanta mucho peso y sirve para soga también y ni hablar del lugar que ocupa, 5 centímetros por 1 centímetro circular, super cómodo, fácil de llevar y re util. Al poco tiempo llegó una parejita de Baires, les cedí mi lugar para que pongan su carpa y les ayudé un poco a armarla y ponerla en el lugar, pues era una carpa grande y nueva, nunca la habían probado.

Al rato estaba arriba de la combi con una pareja de unos 60 o 70 años y muy aventureros con destino incierto, sabíamos que íbamos para arriba pero íbamos disfrutando, pasamos el pueblo de León donde nos bajamos a sacarnos algunas fotos. Y al rato, después de ese pueblo …

Comenzaba la Quebrada de Humahuaca, impactante, increíble, imponente por donde se la mire, montañas a diestra y siniestra, cumbres que se escondían entre las nubes, todo hecho por un gran cañón de agua que se nota que alguna vez estuvo ahí por millones y millones de años. Al principio montañas con arboleda y luego la vegetación iba disminuyendo lentamente hasta encontrar cactus de gran porte que parecían a la distancia como ciudades en un mapa. Mas de quinientos metros de quebrada por donde el río fluía de color rojo ladrillo por los intrincados surcos que el pasar del tiempo había formado. Al poco tiempo nos chocamos con una formación natural de una piedra de tipo arenoso que parece una ciudad de Oriente Medio conocida como Huayco, cerca de la localidad del Volcán.

Seguimos viaje pasando de largo la entrada a Punmamarca y su cerro de los siete colores que prometí visitar a la vuelta, pero que realmente no sería nada del otro mundo pues a los costados de la ruta se ven montañas de todos los colores, Sepia, Rojizo, Bordó, Celeste, Marrón, Verde esmeralda tipo mar, negro y de lo que se te ocurra … era simplemente una mezcla bellísima que nos acompañaba a lo largo de todo el camino.

Comenzamos a subir y a ganar en altura y nos comenzamos a meter un poco en las nubes, a las combies les costaba mucho trabajo subir y solo podían hacerlo a menos de cincuenta kilómetros por hora y comenzaba a faltar un poquito el aire, en eso llegamos a un pequeñísimo poblado donde había mucha gente y niños disfrazados y decidieron parar, cuando llegamos nos encontramos con un Pesebre a cielo abierto, a la Jujeña. Estos pesebres que son muy comunes en el norte argentino y en Bolivia son celebraciones que se realizan en fechas especiales y que constan de un grupo de personas dividido entre los que tocan música con quenas, flautas y otros; y la gente que baila, que son grupos de personas dirigidos por alguien adelante y que van bailando y cantando adorando a una imagen del niño Jesús al cual se le van acercando, rodeando y donde se quedan frente a él durante unos diez minutos bailando coreografías preparadas, cánticos y ritmos felices mientras unas doscientas personas los observábamos, a ellos y a los otros grupos que venían con el mismo fin, adorar, cantar un rato, bailar, tocar un poco de música, quizás divertirse (aunque no vi a nadie divirtiéndose allí) y ofreciéndole a esa imagen algunos regales, que supongo recogería alguien de carne y hueso más tarde. La rareza de la situación, en una iglesia católica en el medio de la nada nos llamaba la atención, cada uno de los grupos venía de lugares diferentes y para mí la bizarría no acababa allí, pues también la policía de la provincia tenía su grupo de gente. Venían con banda de música propia, redoblantes, platillos, bombos, tontones y otros instrumentos, y mientras algunos niños bailaban como robots mientras los dirigían, las personas que estaban adelante rondaban los cuarenta años y sinceramente se complica describir con palabras la situación, así que lo dejo librado a su imaginación.

Llegamos a Tilcara, una pequeña ciudad donde se encuentra el Pucará, que podrán observar en las monedas de un peso argentinas que salieron en conmemoración por el Bicentenario y que se encontraba atestada de turistas, parecíamos cucarachas que salimos corriendo por el Raid (o Baigón para los más viejos) que nos habían echado. Se veía mucho más gente haciendo turismo que habitantes del lugar y estaban por todos lados, por algo le decían la Villa Gesell de Jujuy.

Intentamos entrar a la ciudad pero todo era un caos, se veía muchos gorritos azules de esos que llevan uniforme del mismo color y unas placas por las que se creen super importantes y después de pasear un rato, me despedí de los amigos de San Manuel y Avellaneda, ambos pueblos cercanos a Reconquista, que muy amablemente me habían llevado hasta ahí y me puse a buscar lugar para dormir, pero no busqué tanto tampoco, eran las siete de la tarde y se veían muchos mochileros y turistas buscando sin éxito lugar para dormir, así que hice media cuadra y me metí en el Hostel – Camping Waira, al que recomiendo con creces y decidí acampar ahí. El lugar era de unos 2500 metros cuadrados aproximadamente y estaba llenísimo de carpas, pero encontré un lugar y armé la mía.

Salí a pasear por la ciudad pero había tanta gente que no había ni comida en los puestos ambulantes y aún no eran las nueve de la noche. Después de unas vueltas por la plaza y el obligado paso por la casa de turismo volví al hostel pues me habían invitado a un espectáculo que habría ahí en la noche.

El show teatral que dieron los valientes tomadores del teatro que Macri quiere privatizar a cinco cuadras del obelisco porteño fue sinceramente un show y nos divertimos todos, un poco de actuación y una gran improvisación al final, los chicos se merecían mis respetos en la gorra que pasó al final. Ahí conocí a Nicolás, un mochilero de años que venía de Iruya y recorría el país con los chicos del teatro tocando la guitarra, entreteniendo a la tropa. Y también conocí a Jansen, un pibe de veinte años que venía de la ciudad de Mineápolis (Minesotta – Estados Unidos), que venía de vacaciones y que seguiría hasta Puerto Iguazú, cerca de donde yo venía. Se conocía con una chica de Baires con la que recorrían Latinoamérica, y mientras el se reaprovisionaba de energía comiendo una sandía, charlamos de todo un poco en castellano pues el quería mejorar su idioma y me pedía que lo corrigiera, en fin estuvimos ahí un par de horas intercambiando experiencias de vida sin llegar a ningún fin en particular, y no lo habría, simplemente era una forma de dar lo que iba a recibir a futuro en Perú … un poco de corrección de mi inglés.

Nos despedimos y me fui a escribir estas palabras comiendo unas ricas galletas TRAVIATA ( me haría millonario pasando chivos) y una lata de arvejas y de esa manera alivianaba el peso de las mochilas... hoy dormiré temprano para llegar mañana a Humahuaca o a La Quiaca, veremos que me depara el destino...

19 mar 2012

Día Tres 6 de Enero de 2012

Salta la Linda

Desperté con los ruidos que había afuera, me costaba creer que hubiera tanta gente afuera, al principio pensé que eran borrachos que habían ido a tomar algo al polideportivo u otros campistas que llegaron tarde, dormí un poco más, pero después los ruidos eran muchos y me intrigaba el tipo de ruido, así que decidí salir de la cueva moderna, mi carpa, y ver el mundo. Eran los obreros de la empresa contratada por la municipalidad que estaban remodelando el polideportivo y comenzaban temprano.

Yo sabía que tenía algunas tareas que hacer así que me levanté con muchas ganas, primero respiré un poco el aire y disfruté de la madrugada, decidí comenzar a limpiar mi cuerpo, así que arranqué con un par de litros de aguar para depurar el organismo que sinceramente me hicieron muy bien. Me puse a cocer la mochila, pues si bien todavía aguantaba el peso, comenzaba a pasar factura y a romperse. Sabía que tenía al menos un kilómetro de caminata así que puse todo mi empeño y estuve una hora reforzando a mi compañera de viaje, que si bien no tenía pollera, guardaba todos mis bienes, los mas necesarios y los más inservibles.

Un par de horas después de levantarme y de desayunar un rico picadillo con galletitas TRAVIATA ($50 por el chivo), desarmé la carpa, armé la mochila y salí caminando por unas calles de tierra gris y polvorienta, es increíble ver que aún cuando llueve esa tierra se mantiene igual, gris y sin onda como si la tiene nuestra tierra colorada.

La ciudad era bonita, la gente pasaba y paseaba a mi lado en bicicleta saludándome como antes se solía hacer en mi ciudad también,algunos con cara de sorprendidos, quizás no sea usual ver a una tortuga humana con caparazón adelante y atrás caminando por las calles. Una vez en la estación de servicios enseguida un hombre me alzó y me llevó por unos 100 kilómetros al cruce de la ruta 16 con la ruta que va a San Salvador de Jujuy y a la Quiaca, los paisajes eran hermosos, mucha vegetación por todos lados, el verde se apoderaba del paisaje, lapachos varios por todo el camino y el conductor que me enseñaba de árboles mientras suavemente deslizaba sus manos por el volante de su camioneta.

La vida me hacía fluir y yo con ella al punto que en menos de 5 minutos estaba arriba de una Toyota Hilux negra a toda potencia y furia pasando ampliamente los 100 km/h por las rutas de salta, subiendo y bajando como si fuera una montaña rusa y yo espectador de lujo en la parte de atrás de esa camioneta durante otros 100 kilómetros que parecieron hacerse en media hora … sabía que la ruta era por General Güemes, pero vi que había otro camino y decidí explorarlo siguiendo con ellos hasta Salta Capital.

El camino a la ciudad era bellísimo, 35 kilómetros de autopista hasta llegar, y ahí estaba ella, metida entre el valle... miles de casas y edificios acomodados entre gigantes montañas que la rodeaban, una gran ciudad que permanecía inmóvil ante tamaña demostración de la naturaleza y de su grandeza. La ciudad se perdía... pequeña en la inmensidad del universo.

Bajamos en una YPF que tenía un hermoso café o shop y decidí quedarme ahí, eran las nueve y media de la mañana y me dispuse a desayunar, el lugar era el shop más cheto que he visto en mi vida, los asientos eran de un cuero negro muy “caté” y la gente que estaba ahí también, por un momento me sentí como sapo de otro pozo, pero seguí adelante con mi plan, así que mientras varios ahí navegaban con sus notebooks y netbooks, y otros leían el diario para enterarse de las malas noticias del día, yo me erguí y me abrí paso con mi mochila gigante y la puse sobre uno de los lugares que eran del tipo de bares yanquis, mesa para cuatro personas, con dos bancos enfrentados en los que uno se sienta y se desliza. Compré unas galletitas, cargué agua para el mate y muy tranquilo me puse yo también a leer el diario, aunque a veces no podía evitar la cara de “tuje” que me ponían los asistentes y los trabajadores de la estación, pero a mi nada me importaba, así que me senté y me quedé piola ahí, disfrutando del aire acondicionado y de mi desayuno, escribí a la familia, a mis acompañantes virtuales y a una personita que vivía en Salta, que evidentemente estaba enojada aún conmigo vaya uno a saber porqué y ni me contestó. En esa ciudad tenía a mi tía y a un par de primos y primas que vivían pero lastimosamente se encontraban en Córdoba, así que después de una llamada, un par de cigarrillos y el paso obligado por el baño decidí seguir viaje volviendo para el cruce que iba a Güemes.

Mientras el tiempo pasaba me daba cuenta de que haber estado una hora al sol estaba mostrándome un suave color rojizo en mi piel de color blanquecino, unas leves quemaduras de grado 3 digamos, el sol comenzaba a brindarme toda su energía que sería una constante en este viaje. De cualquier manera tenía el cuerpo contento y descansado, feliz de hacer lo que estaba haciendo, cumpliendo mi sueño. Días antes de salir, cuando aún me estaba decidiendo a hacer o no el viaje me vino a la mente el pensamiento de que si no lo hacía ahora no lo haría más, lo más lejos que había ido de mochilero y a dedo era a la ciudad de Iguazú, en un viaje con Esequiel y Lorena, que habían sido 17 días, pero esto era mucho más y yo lo sabía. Arrancar una aventura a dos países que no conocía con poco más de 600 dólares, de mochilero y sin conocer la ruta, ni ninguno de los destinos me emocionaba y fanatizaba, era como una pluma volando por el viento con un destino cierto, pero sin saber como llegar y fluyendo a través de lo que iba brindando la vida.

Me quedé unas dos horas en ese lugar de descanso espectacular, pero sabía que debía volver al cruce, charlé con varios conductores que hacían cola para cargar nafta y después de varios minutos de rechazos un hombre con una rastrojera de 1954 me hizo pulgar arriba y al rato estábamos camino al cruce. Para los que se quejan de las colas en las estaciones de servicio para cargar nafta, sepan que siempre hay alguien que sale beneficiado, en este caso, yo. La palabra crisis proviene del chino y significa tanto amenaza como oportunidad, y yo estaba en éste último grupo.

A decir verdad hacer dedo no es cuestión sencilla, es como decirle a una mujer si quiere bailar en el boliche, sabés que vas con las de perder y que posiblemente diga que no, y ahí … precisamente allí es donde queda más del 80% de los hombres, en el miedo al rechazo, saben de las probabilidades y deciden no bailar con tal de no ser rechazados, aunque tengan chances con esa persona. Pero saben que?! Siempre hay alguien que dice que sí. Si bien debo reconocer que el rechazo de un conductor es prácticamente como cualquier otro rechazo en la vida, a la persona número 50 que me dijo que no, rompí una barrera, la barrera del ¿Que me importa?!!. Si bien debo admitir que siempre fui un poquito caradura, en ese momento todo me dejó de importar, sabía que de 20 autos que hablaba uno me iba a llevar, pero para que ese me lleve debía aguantar sobre mi lomo 19 rechazos, y así lo hice, obviamente eso tuvo sus consecuencias de crecimiento lateral en lo que a amor respecta, pero ya vamos a ir sobre eso más adelante.

Ya de vuelta en el camino con Oscar pude apreciar mucho más el hermoso y divino paisaje de esos 35 km de autopista y como el rastrojera argentino iba a 40 km/h disfrutaba el viaje como nunca. Había pasado del desértico Chaco y el Caluroso Santiago del Estero a una Salta que me esperaba con temperaturas agradables, mucha vegetación y llovizna de a ratos.

Una vez en la estación de servicio YPF (para variar) que estaba en el cruce descansé un rato ahí y me encontré con los primeros viajeros/ mochileros. Un padre(concertista de guitarra) y su hijo de Santiago del Estero viajaban en moto y se iban a pasear al norte argentino y dos amigos de Jesús María que harían probablemente el mismo trayecto que yo. Nos pusimos a charlar acerca de las cosas lindas de la vida, los chicos eran muy pequeños y descansaban sin hablar con nadie, mientras charlaba con ellos aprovechaba el tiempo que tenía para ir hablando con los conductores y que alguien me lleve por la ruta. Conseguí que un amigo me diera el ok, y decidí esperarlo mientras el tomaba un baño en la estación de servicio. Seguimos conversan con los chicos sin percatarnos que se avecinaba una tormenta que daría que hablar … y al rato sin darnos cuenta se largó una de esas lluvias misioneras de antes, mucha cantidad de agua y con mucho viento. No había reparo abajo del gigante tinglado de la YPF así que nos mudamos adentro, a la cafetería, y justo cuando el concertista me invitaba a tomar un café mi chofer comenzó a tocar bocina y decidí salir para viajar con él, me despedí de la gente y emprendimos rumbo hacia San Salvador de Jujuy.

El un muchacho joven de la gendarmería nacional muy piola y buena onda, yo … ??? … librado a la imaginación del lector. Pasamos Güemes que era la ciudad más grande que veía desde hacía un par de días cuando había arribado a Corrientes.

Charlamos un largo rato y el hombre se portó muy bien, el acceso a San Salvador era un caos pues estaban haciendo nudos viales entonces pasamos una estación de servicio y después de 5 km de nada, y con toda la buena onda me trajo de vuelta hasta la YPF que habíamos pasado. Y después de unos destratos hacia mi persona por portación de mochila por parte del personal de la estación de servicio y de varios infructuosos intentos por subir a algún móvil y como la noche se avecinaba me dirigí en taxi a la super agitada, pequeña y convulsionada terminal de ómnibus de la ciudad. Parecía el último día del mundo, gente corriendo, muchísimo caos y por supuesto también la paz característica de los mochileros argentinos. Después de las averiguaciones correspondientes me dí cuenta de que Bin Laden estaba vivo y acto seguido me dirigí a tomar el colectivo con destino al poblado de Yala donde me dijeron que había campings, no sin antes probar los exquisitos hot dogs con queso, más conocidos como panchos al roquefort o salchichas calientes a la pizza o chihuahua gratinado al pan, jajajaja.

Viajé en el colectivo urbano con destino a Yala, lloviznaba apenas y la noche ocupaba el horizonte. Una vez ahí, pagué los $20 que pedían para dormir y me dispuse a armar la carpa. En eso saludé a mis vecinos y me invitaron a cenar. Eran dos parejas que viajaban en una combi cada uno y que tenían en la parte de atrás de las combies una cama de dos plazas, en vez de los asientos que suelen haber y ahí dormían. Las mujeres se fueron a dormir temprano y yo me quedé con los hombres conversando y tomando unas ricas cervezas que gustosamente me invitaron hasta las doce de la noche.

Amplia lluvia se abría por el horizonte queriendo entrar en mi carpa, de ahí en más fue luchar contra el agüita que se quería colar en la carpa hasta que me quedé dormido...

5 mar 2012

Día Dos 5 de Enero de 2012: Los Caballeros del Asfalto

Así es como suelen llamar a los camioneros las personas que hacen dedo y yo estaba a punto de descubrir el porqué...

La noche fue dura al lado del río y me levanté varias veces gracias al frío que rondaba el lugar, parece raro pero de los 30 grados durante el día, durante la noche, y al lado del río la temperatura bajaba mucho y dentro de la carpa se sentía bastante cruel. Los ruidos de la noche también me hicieron despertar un par de veces, pero gracias a mi cuerpo y mente siempre puedo volver a dormir y seguir hasta que se hizo de día.

El día comenzó muy bello con el sol tocando a mi carpa con su cara más feliz y con sus rayos llenos de fuerza y energía calórica por el oriente, convirtiendo a ese apacible lugar para dormir en un sauna gracias al efecto invernadero que vos seguro alguna vez vivenciaste y que yo no pude evitar ese día pues no había muchos lugares para armar la carpa la noche anterior y me venía re bien para hacer dedo desde temprano. Salí de la carpa y me dí cuenta por la altura del sol que no serían las siete aún, el viento rozaba mi cuerpo y mi hogar con mucha dulzura y frescura, si bien dormir al lado del río de noche puede ser un martirio gracias a los mosquitos, de madrugada es una bendición difícil de describir con palabras.

Me levanté en silencio, pues María y su novio evidentemente aún dormían, preparé mis cosas rápidamente y sin asearme ni desayunar salí rumbo a la ruta con la idea de hacer base en alguna estación de servicio que encontrara en el camino. Solo cien metros me separaban de la ruta y llegué a salir sin despertar a nadie, desde ya muy agradecido con María salí caminando con mi mochila cocida y feliz de levantarme tan temprano. En la ruta una señora desde temprano vendía pescado a quien le quisiera comprar en un carro que parecía de venta de helados de un metro cuadrado y con una sombrilla de coca cola que ayudaba a estar ahí y a mantener fríos a los pescados.

Sinceramente era muy gracioso ver a los esclavos yendo a lo de sus amos en busca de la paga mensual, miles y miles de esclavos muy tristes y amargados por tener que ir a trabajar tan temprano.

Eran las 08:06 a.m. cuando uno de ellos vestido de verde y con botas verdes y que no era un power ranger, me alzó a la salida del puente que une las provincias de Chaco y Corrientes y me llevó por unos kilómetros hasta la tercer rotonda después del puente donde podría evitar el tránsito de ciudad y hacerle dedo a las personas que se dirigían hacia donde yo iba. Ahí estuve por un par de horas haciendo dedo para policías y agentes del servicio penitenciario … todo vuelve en la vida, es un círculo bien grande y el karma en los viajes es acelerado, pero por el momento muy feliz no estaba que digamos. La cuestión era que cuando llegué a esa rotonda donde no había baños, ni kiosco para comprar, ni sombra para esconderse, solo ruta, había una persona haciendo dedo, que pronto desistió y se fue a tomar el colectivo de pasajeros. Por lo que estaba solo, pero cada tanto aparecía algún agente que se ponía unos 20 o 30 metros atrás mío y los autos que paraban porque me veían los terminaban alzando … en tiempo a ellos los alzaban en 10 minutos y yo comenzaba a contar el tiempo en horas. Así después de dos horas de suplicio bajo mi amigo el sol una pareja me alzó y así pude llegar hasta las afueras de Quitilipi, un pueblo en el medio de Chaco, antes de Roque Saenz Peña y que estará a más de 100 km de Resistencia, donde había un control policial y decidí parar a descansar, tomar unos mates y desayunar, pues desde que me había levantado no había probado bocado, solo agua.

Saludé a los muchachos, tiré mi mochila al lado del camino, pregunté donde conseguir agua caliente y me fui a una carpintería que ahí había donde un hombre de avanzada edad y avanzada buena onda me dijo que no habría problemas, me pidió que lo acompañe y fuimos a la parte de atrás de la carpintería donde vivía. Íbamos a calentar el agua a la leña, el hombre tenía un gran lugar donde hacía fuego y una hermosa pava de hierro de unos 3 kilogramos de peso por lo menos y de unos 25 centímetros de alta, nunca había visto una pava igual, sí en tamaño, pero no en material, una delicia de la siderurgia argentina, mientras echaba troncos y acomodaba el fuego me pidió que le ponga agua en la pava, el viaje había comenzado y yo feliz, muy feliz, cargué el agua muy contento de un tacho de 20 litros donde la misma se encontraba tapada con un pedazo de metal y mientras hablábamos de su vida el agua estuvo lista para ser tomada en unos ricos mates, el calor evaporaba gramos del cerebro a esa hora del mediodía chaqueño, así que no tuve muchos inconvenientes en despedirme e ir abajo de los árboles al costado de la ruta para preparar el mate.

A esa hora el mate era lo mejor que me podía pasar en la vida, pero evidentemente el universo no quería que yo tome mate, porque en esos momentos los pelos blancos de mi cabeza comenzaron a irse y dejar de hacer el control policial que estaban haciendo en ese momento, y yo observando semejante mala noticia para mis intenciones de viajar a dedo me puse a guardar todo. Y no se que fue si les habré caído bien después de que hablamos un rato cuando llegué y mirábamos en el mapa para donde debería ir, o si el karma de hacer dedo para ellos estaba volviendo, la cuestión es que uno de los policías comenzó a parar a los vehículos y a preguntarles para donde iban y después de varios intentos fallidos uno accedió.

Cierto es que debo confesar que se rieron un poco cuando les dije que iba a dedo y que me dirigía al Machu Picchu, evidentemente ir a dedo al Machu Picchu desde Corrientes parecía algo imposible para ellos, pero no para mí...

El hombre que conducía el camión era un empresario y tenía varios coches trabajando para él, parecía una excelente persona pero no confiaba en mí, me había subido medio a la fuerza, supongo debido a los recurrentes pedidos del policía.

En fin, el hombre se dirigía a la localidad de Las Lajitas (Salta), pero no quería reconocer que iba por mi misma ruta y se empecinaba en bajarme en el próximo pueblo alegando que iba por otra ruta, amigos míos miren un mapa de la ruta 16 que recorre desde Resistencia a Salta, no había otra ruta, es la única que va a Salta y bien directo por cierto, así que a fuerza del arte que me enseñó el amigo Ariel Rosa, la rosca recorrimos al menos 400 Kilómetros juntos con el amigo Raymundo a bordo de su camión desde Quitilipi en Chaco hasta el pueblo de Joaquín V. González en Salta.

Sinceramente debo decir que no es fácil convencer ni hablar durante tanto tiempo con una persona pero había algo que nos unía que era el canto y pasamos largo tiempo conversando acerca de ello, le conté de las cosas lindas que cantamos en Misiones, las que compartimos con el Coro Universitario de Misiones en el viaje a Colombia que hicimos en el 2007 y él compartió sus vivencias de Europa y de Argentina que había vivido. En fin, gracias a las técnicas de manipulación aprehendidas en la universidad pude hacer el viaje bastante largo y entretenido, y así fue como conseguí que este caballero de la ruta me ayude a recorrer más de 250 km de Chaco, unos 100 km de una parte de Santiago del Estero que se atraviesa en esa ruta 16 y al menos unos 50 km salteños.

Raymundo venía de casi dos días sin dormir por lo que mi compañía y mi charla le vinieron bastante bien, pudimos compartir varios termos de mate y cada tanto parábamos a descansar para que no se duerma. Había dormido solamente una hora cada día y un poco cansado recorrió junto a mí los paisajes más secos, calurosos y despoblados chaqueños, pasando el Impenetrable y rodeando varios parques nacionales. El día anterior había pasado por al lado de los Esteros del Iberá en Corrientes y ese día pasamos por al lado del Parque Nacional Colonia Benítez, también vimos los carteles del Parque Nacional Chaco y pasamos a 24 km del Parque Nacional Copo, y en ese momento que me encontraba en Joaquín V. González estaba a solo unos pocos kilómetros de el Parque Nacional El Rey, todos ellos quedarán para próximos viajes porque están bastante cerca para recorrerlos. Todos ellos son de difícil entrada y realmente es menester ir en automóvil disfrutarlos y conocerlos a cada uno.

Me despedí del amigo que me comentó que podía acampar ahí mismo en la estación de servicio de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales de la ciudad. Aunque después de observar el lugar desistí porque estaba muy descampado, con tierra dura y sin reparo de la lluvia si llegara a llover, hasta ese momento iba virgen de agua.

Me comentaron del polideportivo municipal, al que comencé a buscar pues ya atardecía, me arrepentí de quedarme a jugar al basket con unos chicos en una cancha pública y seguí, en el camino y mientras iba preguntando se me enamoró una salteña que no lo pudo disimular ni con su cara, ni con su cuerpo ni con su boca, pero bueno … yo solo buscaba lugar para dormir, (risotada).

Al rato llegué al polideportivo municipal con mis mochilas a cuestas y después que los cuidadores del lugar me dieran el ok para acampar, después que tuviera que convencerlos de que era una buena persona, me dispuse a armar mi iglú para 4 personas. Cuando compré la carpa sabía que me iba a servir, y realmente fue una ventaja comprar la que era para cuatro personas, en vez de la de dos o tres personas.

Ahí pude cenar, bañarme, escribir, descansar y disfrutar del lugar, enfrente había un hospital y de vez en cuando se escuchaba gente llorar desconsoladamente gracias a los apegos sin trabajar.

A todo esto y mientras tenía señal venía avisando e informando a mis testigos de viaje que todo iba bien, mi madre, mi hermana, mi vecina jess gomez y mi reportero principal el gran Colmi Coni Méndez, más conocido como cabeza de buey o Jonathan Pablo Olivera, a quién le iba contando todo del viaje... y así concluyó el segundo día de viaje en Salta, feliz y cerca de Bolivia … creo que ya había hecho 1000 kilómetros en un par de días.

Día Uno: Posadas, 4 de Enero de 2012

Todo comenzó … algún tiempo atrás … camino a la isla del sol... (risas). Era media noche y el iluso escribiente decidió hacer algo que sabía no estaba a su alcance, puse el despertador a las 4:30 de la madrugada para levantarme e ir a hacer dedo, que iluso que fui, y eso que me conozco. Entre apagadas y encendidas se hicieron las once de la mañana y a las doce del mediodía estaba listo para partir a lo que sería el viaje más largo y más feliz y lleno de emociones de mi vida entera.

Junté mis cosas que consistían en dos mochilas totalizando por lo menos 50 kg y me arriesgaría a decir que llevaba mi peso a cuestas con todas las cosas para las que había hecho la lista correspondiente y la comida que llevaba (como si fuera un ejército, e iba solo), vale la recomendación para vos amigo viajero, no lleves nunca comida a un viaje de mochilero, por varias razones que puedo enumerar:

1.El peso que puede llegar a 10 kg extras depende del delirio y el miedo a no encontrar comida de quien arme las mochilas.
2.Porque nadie muere de hambre por no comer un par de horas hasta encontrar algo
3.Porque el contacto con aire limpio, pasto y otras facilidades de la naturaleza nos llena de buena onda y energía y hace que no necesitemos demasiada energía (léase comida para los que no saben porqué comen todos los días)
4.Y finalmente pero no por ello menos importante … siempre hay comida donde vamos y no hay nada que un kiosco o despensa no tenga para saciar el hambre.

En fin con todo ese peso salí para la ciudad a enfrentarme con toda mi buena voluntad un excelente día lleno de cosas que no sabía que sucederían, la cuota justa de incertidumbre que me hacía feliz.

Tomé el primer colectivo con destino a la terminal de transferencia para evitar caminar 500 metros innecesariamente con semejante peso, una vez ahí tomé el colectivo del transporte integrado metropolitano y la línea piloto para comenzar a hacer dedo en la estación de servicio ESSO de la Avenida San Martín, en intersección con la ruta 12, donde casi formo un pueblo al lado del a banquina hasta las 14:30, donde de acuerdo a las vivencias me moví hasta el último semáforo de la ciudad que es en la puerta del Hospital Baliña, frente a la entrada de el barrio Itaembé Miní y ahí apenas en el segundo cambio de semáforo apareció el primer ángel del asfalto, el amigo Manolo con destino a Ituzaingó con quién recordé la vida de empresario, lo triste que es tener que trabajar y gastar los pocos pesos ganados en los gastos del mes, sobreviviendo, también lo esclavizante de un negocio en el que se trabaja de autoempleado.

En el camino la chata comenzó a fallar y a recalentar el motor, por lo que el viaje se hizo bastante largo y una vez que llegamos a un puesto de control de gendarmería pudimos cargarle un poco de agua y literalmente ese auto se tomó 6 litros de agua pura de manantial, parecía seco y que viniera caminando del desierto, que si bien solo veníamos de Posadas, los 37º C. que nos acompañaban hacían un poco caluroso el hermoso tránsito por ese primer tramo. Después de un par de llamadas telefónicas y un par de paradas al lado del camino para comenzar a disfrutar de los paisajes le pedí al amigo que me dejara en el peaje de las afueras de la ciudad de Ituzaingó y así fue. Una vez ahí recargué mis reservas de agua en un dispenser que me estaba esperando en el peaje y en menos de veinte minutos ya estaba arriba de un auto nuevamente con rumbo a Corrientes Capital, un buen comienzo para un día en el que comencé a hacer dedo al mediodía, a esa persona la recuerdo como Salas, quien me recordó en ese trayecto de un par de horas la importancia del ejercicio físico, de al menos media hora diaria y por sobre todas las cosas que el camino fácil siempre termina mal y por supuesto y no por ello menos importante el FUMAR A CONCIENCIA, que es un simple ejercicio consistente en que mientras se fuma solamente hacer eso, fumar y nada más que eso, nada de mate, tereré, cerveza, nada de estudiar, escribir o hacer cualquier actividad, sola y exclusivamente fumar y concentrarse al 100 % en el acto de fumar y en disfrutarlo durante el tiempo que se tiene al cigarrillo en la mano, y lo he probado y sinceramente me ha funcionado al punto que he fumado mucho menos desde que empecé a practicarlo sin mayor esfuerzo que el concentrarme en el cigarrillo, sin dolores de cabeza, jaquecas y hasta quitar al vicio por completo de mi vida lo seguiré practicando, fumando tranquilo y a conciencia, respetando el acto de fumar. Y vale la siguiente reflexión:

¿Porqué no tomo alcohol todos los días emborrachándome? … sabés la respuesta? Exacto, porque al cuerpo no le cae muy bien el alcohol, bueno, lo mismo cuenta para el cigarrillo que día a día destruye las células de mi pulmón, hígado, riñones, cerebro y demás órganos del cuerpo

En fin, el amigo me dejó en un lugar no muy favorable, que fue la entrada a corrientes, desde donde debería hacer un tramo bastante largo para salir de la ciudad y la noche se acercaba, fui a otra estación de servicio ESSO donde aproveché para ir al baño y el amigo que cuidaba el lugar me invitó unos mates y me indicó que hacer para acampar, pues ya estaba atardeciendo. El conductor que me había arrimado hacia la ciudad me había recomendado acampar en la playa, al igual que el hombre que me convidó los mates, así que para allí fui. Me tomé el colectivo 102 de color rojo, que me llevó unos seis kilómetros camino al puente que une Corrientes con Chaco, pasando por encima del Río Paraná. Una vez arriba un policía me confirmó que si se podía acampar ahí en la playa y sin más allí me dirigí … oh gran sorpresa la mí aque al llegar a la playa después de caminar un kilómetro y medio con muchos kilogramos de peso en la mochila, un cartel gigante avisaba: Prohibido Acampar... clavelín … clavelinero.

Así pues, después de confirmar tan triste noticia me senté a descansar y apenas dejé mi mochila, el negro y paco (como yo los recuerdo) me saludaron e invitaron a tomar un vino con ellos a lo que accedí y de paso, mientras descansaba, fumaba y tomaba un vino recalculando acerca de donde dormir esa noche dos oportunidades aparecieron, paco me invitó a que vaya a dormir a su casa y los guardias de la municipalidad, que hacían las veces de informantes me comentaron que podía ir a dormir a una plaza que quedaba frente a una seccional de policía.

Yo seguía disfrutando la rica bebida regional y nacional como lo es el vino con coca, el atardecer era hermoso y se ponía sobre el río, la playa y el puente, una hermosa imagen para disfrutar y disfrutar. Las mujeres paseaban meneando sus siluetas lentamente por la costanera correntina haciendo el ejercicio del día necesario para mantener esos esbeltos cuerpos y sabiendo perfectamente que las estábamos mirando, un hermoso paisaje digno de aplausos.

La invitación de los chicos era muy tentadora, pero al ser 45 minutos en bondi y en dirección contraria hacia donde me dirigía decliné la invitación y me fui a tomar el colectivo para cruzar el puente con destino a resistencia con tanta suerte que en la parada me encontré con la gran María ( no la que juega a ser fantasma, sino una de carne y hueso). Apenas le pregunté por donde acampar me ofreció para que acampe al lado de su casa, y siendo las 21:30 hs y de noche acepté. Pasamos el puente y bajamos del colectivo, María vivía abajo del puente que une las dos provincias en una casilla de madera como una más de las tantas que pueblas las costas de nuestro ríos en Argentina, ojalá “Un techo para mi país” pueda llegar a Chaco y ayudar a personas como María.

Así que ahí iba a terminar el día, María fue a hacer sus cosas y cocinar y yo comencé a armar mi carpa, ya me había advertido de que vivía con un hombre con el que había discutido la noche anterior y era probable que no viniera, es que el día anterior había sido el cumpleaños de ella y él no cumplió con la promesa de regalo que había hecho; los mosquitos al costado del camino era como pequeñas agujas que penetraban hasta la ropa más dura que llevaba puesta. Y al rato, a los poco minutos se acercó el hombre de la casa y sin entender nada entró a la casilla, le preguntó rápidamente que ocurría y se me acercó un poco prepotente, quería saber quien era, que hacía ahí, a lo que me defendí con las palabras rápida y educadamente y entendió en seguida, a los 5 minutos estábamos charlando muy tranquilos mientras yo cocía la tira principal de la mochila que se me había roto al bajar saltando del colectivo con el que llegamos a la casa de María, al rato me invitaron a cenar, compartiendo su comida y su bebida conmigo, y a la hora ya estaba en la carpa durmiendo esperando el nuevo día.

RUMBO A MACHU PICCHU

Posadas, 3 de Enero de 2012

Los preparativos son muchos, la ansiedad se apodera de mi ser y los cigarrillos corren uno atrás de otro como si fuera una maratón de puchos corriendo para ser fumados. Las ganas que tengo de viajar no se pueden explicar con palabras, este viaje que siempre soñé está a un escaso día de comenzar. Hoy por la mañana fui a cobrar el cheque por el trabajo de diciembre y ahora sí con mis $2800 (unos 630 dólares) estoy listo para salir, con el corazón en la mano, mucha buena voluntad y dejando todo el miedo que nunca tuve en la ciudad que me vio nacer y crecer. Argentina, Bolivia, Perú … y quién sabe más que, un viaje de final abierto, un viaje que quizás no tenga fin, una agenda abierta a las posibilidades con unos pequeños objetivos de movida:

1.Desintoxicación del cigarrillo
2.Desintoxicación de grasas; y así poder poseer un vehículo más fácil de transmutar, elevar y sutilizar.

Quién más feliz que yo si consigo esas dos metas, quién más feliz que yo si puedo seguir andando por Sudamérica y el mundo, quién más feliz que yo si pudiera encontrar a la mujer que busco en Perú, la Cristo de la era de 2000 o 13000 años que se avecina, quién más feliz que yo si consigo vivir y aprender con los pueblos originarios en algún tramo del viaje.

Solo espero que mi corazón sea más fuerte que mi mente, poder dejarme llevar ya no solamente con dos señales del universo, sino con una sola, seguir las corazonadas, las intuiciones, los animales, y más precisamente los pájaros que siempre me indican el camino.

Conocer gente maravillosa y fantástica, quizás visitar el Dakar, tener mucho más dinero del necesario, vivir en abundancia y tomarme el tiempo que necesite para disfrutar de Latinoamérica.