5 mar 2012

Día Dos 5 de Enero de 2012: Los Caballeros del Asfalto

Así es como suelen llamar a los camioneros las personas que hacen dedo y yo estaba a punto de descubrir el porqué...

La noche fue dura al lado del río y me levanté varias veces gracias al frío que rondaba el lugar, parece raro pero de los 30 grados durante el día, durante la noche, y al lado del río la temperatura bajaba mucho y dentro de la carpa se sentía bastante cruel. Los ruidos de la noche también me hicieron despertar un par de veces, pero gracias a mi cuerpo y mente siempre puedo volver a dormir y seguir hasta que se hizo de día.

El día comenzó muy bello con el sol tocando a mi carpa con su cara más feliz y con sus rayos llenos de fuerza y energía calórica por el oriente, convirtiendo a ese apacible lugar para dormir en un sauna gracias al efecto invernadero que vos seguro alguna vez vivenciaste y que yo no pude evitar ese día pues no había muchos lugares para armar la carpa la noche anterior y me venía re bien para hacer dedo desde temprano. Salí de la carpa y me dí cuenta por la altura del sol que no serían las siete aún, el viento rozaba mi cuerpo y mi hogar con mucha dulzura y frescura, si bien dormir al lado del río de noche puede ser un martirio gracias a los mosquitos, de madrugada es una bendición difícil de describir con palabras.

Me levanté en silencio, pues María y su novio evidentemente aún dormían, preparé mis cosas rápidamente y sin asearme ni desayunar salí rumbo a la ruta con la idea de hacer base en alguna estación de servicio que encontrara en el camino. Solo cien metros me separaban de la ruta y llegué a salir sin despertar a nadie, desde ya muy agradecido con María salí caminando con mi mochila cocida y feliz de levantarme tan temprano. En la ruta una señora desde temprano vendía pescado a quien le quisiera comprar en un carro que parecía de venta de helados de un metro cuadrado y con una sombrilla de coca cola que ayudaba a estar ahí y a mantener fríos a los pescados.

Sinceramente era muy gracioso ver a los esclavos yendo a lo de sus amos en busca de la paga mensual, miles y miles de esclavos muy tristes y amargados por tener que ir a trabajar tan temprano.

Eran las 08:06 a.m. cuando uno de ellos vestido de verde y con botas verdes y que no era un power ranger, me alzó a la salida del puente que une las provincias de Chaco y Corrientes y me llevó por unos kilómetros hasta la tercer rotonda después del puente donde podría evitar el tránsito de ciudad y hacerle dedo a las personas que se dirigían hacia donde yo iba. Ahí estuve por un par de horas haciendo dedo para policías y agentes del servicio penitenciario … todo vuelve en la vida, es un círculo bien grande y el karma en los viajes es acelerado, pero por el momento muy feliz no estaba que digamos. La cuestión era que cuando llegué a esa rotonda donde no había baños, ni kiosco para comprar, ni sombra para esconderse, solo ruta, había una persona haciendo dedo, que pronto desistió y se fue a tomar el colectivo de pasajeros. Por lo que estaba solo, pero cada tanto aparecía algún agente que se ponía unos 20 o 30 metros atrás mío y los autos que paraban porque me veían los terminaban alzando … en tiempo a ellos los alzaban en 10 minutos y yo comenzaba a contar el tiempo en horas. Así después de dos horas de suplicio bajo mi amigo el sol una pareja me alzó y así pude llegar hasta las afueras de Quitilipi, un pueblo en el medio de Chaco, antes de Roque Saenz Peña y que estará a más de 100 km de Resistencia, donde había un control policial y decidí parar a descansar, tomar unos mates y desayunar, pues desde que me había levantado no había probado bocado, solo agua.

Saludé a los muchachos, tiré mi mochila al lado del camino, pregunté donde conseguir agua caliente y me fui a una carpintería que ahí había donde un hombre de avanzada edad y avanzada buena onda me dijo que no habría problemas, me pidió que lo acompañe y fuimos a la parte de atrás de la carpintería donde vivía. Íbamos a calentar el agua a la leña, el hombre tenía un gran lugar donde hacía fuego y una hermosa pava de hierro de unos 3 kilogramos de peso por lo menos y de unos 25 centímetros de alta, nunca había visto una pava igual, sí en tamaño, pero no en material, una delicia de la siderurgia argentina, mientras echaba troncos y acomodaba el fuego me pidió que le ponga agua en la pava, el viaje había comenzado y yo feliz, muy feliz, cargué el agua muy contento de un tacho de 20 litros donde la misma se encontraba tapada con un pedazo de metal y mientras hablábamos de su vida el agua estuvo lista para ser tomada en unos ricos mates, el calor evaporaba gramos del cerebro a esa hora del mediodía chaqueño, así que no tuve muchos inconvenientes en despedirme e ir abajo de los árboles al costado de la ruta para preparar el mate.

A esa hora el mate era lo mejor que me podía pasar en la vida, pero evidentemente el universo no quería que yo tome mate, porque en esos momentos los pelos blancos de mi cabeza comenzaron a irse y dejar de hacer el control policial que estaban haciendo en ese momento, y yo observando semejante mala noticia para mis intenciones de viajar a dedo me puse a guardar todo. Y no se que fue si les habré caído bien después de que hablamos un rato cuando llegué y mirábamos en el mapa para donde debería ir, o si el karma de hacer dedo para ellos estaba volviendo, la cuestión es que uno de los policías comenzó a parar a los vehículos y a preguntarles para donde iban y después de varios intentos fallidos uno accedió.

Cierto es que debo confesar que se rieron un poco cuando les dije que iba a dedo y que me dirigía al Machu Picchu, evidentemente ir a dedo al Machu Picchu desde Corrientes parecía algo imposible para ellos, pero no para mí...

El hombre que conducía el camión era un empresario y tenía varios coches trabajando para él, parecía una excelente persona pero no confiaba en mí, me había subido medio a la fuerza, supongo debido a los recurrentes pedidos del policía.

En fin, el hombre se dirigía a la localidad de Las Lajitas (Salta), pero no quería reconocer que iba por mi misma ruta y se empecinaba en bajarme en el próximo pueblo alegando que iba por otra ruta, amigos míos miren un mapa de la ruta 16 que recorre desde Resistencia a Salta, no había otra ruta, es la única que va a Salta y bien directo por cierto, así que a fuerza del arte que me enseñó el amigo Ariel Rosa, la rosca recorrimos al menos 400 Kilómetros juntos con el amigo Raymundo a bordo de su camión desde Quitilipi en Chaco hasta el pueblo de Joaquín V. González en Salta.

Sinceramente debo decir que no es fácil convencer ni hablar durante tanto tiempo con una persona pero había algo que nos unía que era el canto y pasamos largo tiempo conversando acerca de ello, le conté de las cosas lindas que cantamos en Misiones, las que compartimos con el Coro Universitario de Misiones en el viaje a Colombia que hicimos en el 2007 y él compartió sus vivencias de Europa y de Argentina que había vivido. En fin, gracias a las técnicas de manipulación aprehendidas en la universidad pude hacer el viaje bastante largo y entretenido, y así fue como conseguí que este caballero de la ruta me ayude a recorrer más de 250 km de Chaco, unos 100 km de una parte de Santiago del Estero que se atraviesa en esa ruta 16 y al menos unos 50 km salteños.

Raymundo venía de casi dos días sin dormir por lo que mi compañía y mi charla le vinieron bastante bien, pudimos compartir varios termos de mate y cada tanto parábamos a descansar para que no se duerma. Había dormido solamente una hora cada día y un poco cansado recorrió junto a mí los paisajes más secos, calurosos y despoblados chaqueños, pasando el Impenetrable y rodeando varios parques nacionales. El día anterior había pasado por al lado de los Esteros del Iberá en Corrientes y ese día pasamos por al lado del Parque Nacional Colonia Benítez, también vimos los carteles del Parque Nacional Chaco y pasamos a 24 km del Parque Nacional Copo, y en ese momento que me encontraba en Joaquín V. González estaba a solo unos pocos kilómetros de el Parque Nacional El Rey, todos ellos quedarán para próximos viajes porque están bastante cerca para recorrerlos. Todos ellos son de difícil entrada y realmente es menester ir en automóvil disfrutarlos y conocerlos a cada uno.

Me despedí del amigo que me comentó que podía acampar ahí mismo en la estación de servicio de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales de la ciudad. Aunque después de observar el lugar desistí porque estaba muy descampado, con tierra dura y sin reparo de la lluvia si llegara a llover, hasta ese momento iba virgen de agua.

Me comentaron del polideportivo municipal, al que comencé a buscar pues ya atardecía, me arrepentí de quedarme a jugar al basket con unos chicos en una cancha pública y seguí, en el camino y mientras iba preguntando se me enamoró una salteña que no lo pudo disimular ni con su cara, ni con su cuerpo ni con su boca, pero bueno … yo solo buscaba lugar para dormir, (risotada).

Al rato llegué al polideportivo municipal con mis mochilas a cuestas y después que los cuidadores del lugar me dieran el ok para acampar, después que tuviera que convencerlos de que era una buena persona, me dispuse a armar mi iglú para 4 personas. Cuando compré la carpa sabía que me iba a servir, y realmente fue una ventaja comprar la que era para cuatro personas, en vez de la de dos o tres personas.

Ahí pude cenar, bañarme, escribir, descansar y disfrutar del lugar, enfrente había un hospital y de vez en cuando se escuchaba gente llorar desconsoladamente gracias a los apegos sin trabajar.

A todo esto y mientras tenía señal venía avisando e informando a mis testigos de viaje que todo iba bien, mi madre, mi hermana, mi vecina jess gomez y mi reportero principal el gran Colmi Coni Méndez, más conocido como cabeza de buey o Jonathan Pablo Olivera, a quién le iba contando todo del viaje... y así concluyó el segundo día de viaje en Salta, feliz y cerca de Bolivia … creo que ya había hecho 1000 kilómetros en un par de días.

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